Respuesta:
Lo que sucedió con el pobre sabio sucederá también con todos cuantos se vanaglorian de su real o presunta ciencia, pero viven como si Dios no existiera. La ciencia, la cultura o la filosofía son excelentes y necesarios valores humanos, siempre y cuando reposen sobre la verdadera fe. Con razón afirma san Agustín: “¡Desdichado el hombre que todo lo sabe, pero no te conoce, oh Señor!”