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La independencia de las trece colonias. Los territorios ingleses en Norteamérica
ocupaban un territorio relativamente pequeño: iban desde la costa atlántica hasta los Apalaches. Económicamente, estaban divididos en dos regiones: las colonias del Norte, comprendidas entre Pensilvania y Maine, donde prevalecía la actividad agrícola en pequeñas propiedades; y las zonas costeras, donde se desarrollaron centros urbanos vinculados al comercio, como Boston, Filadelfia y Nueva York. Por el contrario, en el Sur, que incluía las colonias de Maryland, Virginia, Georgia, Carolina del Norte y Carolina del Sur, se establecieron grandes plantaciones de tabaco, algodón y arroz, destinados al mercado europeo. Si bien había marcadas diferencias entre las dos regiones, en ambos casos había un importante crecimiento económico y demográfico. Para mediados del siglo XVIII, estalló la Guerra de los Siete Años entre Inglaterra y Francia. Uno de los escenarios de la guerra fue el territorio colonial en Norteamérica. La decisiva actuación de los colonos ingleses determinó la victoria, y los franceses abandonaron casi todas sus posesiones coloniales en la región. Para compensar los gastos, Inglaterra decidió tomar medidas políticas y económicas que no agradaron a los colonos, ya que frenaban sus expectativas y afectaban su economía. Estas medidas se tomaron sin consultar a las asambleas americanas, que reclamaron el derecho que todo súbdito inglés tenía de participar en la elaboración de leyes por medio de sus representantes. Los colonos comenzaron a movilizarse y a boicotear los productos ingleses, negándose a comprarlos. La presión hizo que la gran mayoría de impuestos fueran eliminados, excepto el impuesto sobre el té. A pesar de ello, la tensión entre colonos y tropas británicas iba en aumento. En 1773, unos colonos asaltaron un barco inglés y arrojaron, a manera de protesta, todo el té que contenía a la bahía de Boston. Este incidente, llamado el Motín del té, dio inicio a las ideas independentistas, ya que las autoridades inglesas restringieron a las autoridades locales y proclamaron un estado de excepción. Entre 1774 y 1776, a pesar de las prohibiciones, se reunieron dos congresos continentales.
En el primero, se presentaron las primeras ideas independentistas a partir de los textos de Locke y de los ilustrados; en el segundo, ante el crecimiento de las tensiones, se nombró a George Washington jefe del Ejército y se declaró la guerra. La primera victoria rebelde se produjo en la batalla de Saratoga. Esto evidenció que era factible derrotar al entonces invencible ejército inglés, por lo que Francia y España decidieron ayudar a los rebeldes con hombres y dinero. En 1781, los ingleses fueron derrotados en York y en 1783 se firmó la Paz de Versalles, con la que Gran Bretaña reconoció la independencia de las trece colonias. La Declaración de Independencia de Estados Unidos. En julio de 1776, recién iniciado el conflicto armado entre ingleses y rebeldes norteamericanos, Thomas Jefferson, uno de los líderes de la insurrección, redactó un documento fundamental no solo para la historia de EE. UU., sino para la historia de la humanidad: la Declaración de Independencia de las trece colonias. En este documento se recogen los principios de democracia, republicanismo, ciudadanía e igualdad, que proclamaban los ilustrados franceses y los pensadores ingleses. Si bien los deseos de igualdad y equidad proclamados no eran una realidad palpable en la sociedad estadounidense de ese entonces, el texto dejó planteado el ideal de tal manera que las siguientes generaciones buscaran hacerla realidad.