Hay quien cree que la innovación dentro del modernismo ecuatoriano llegó de la mano de una filosofía del cape diem, dicho de otra manera, desde una creencia de que las personas debemos vivir el momento, disfrutar de los placeres de la vida y evadirnos de la dura realidad, de la misma manera que lo hace un niño al sumirse en su propio juego y olvidar lo que está a su alrededor.