Respuesta:
Para los pensadores clásicos, la generación espontánea era una certeza indudable. Aristóteles afirmó que “todo ser viene de la vida, no solo a partir del emparejamiento de animales, sino también de la descomposición de la tierra y del estiércol”. Por ello, no descartaba que los humanos pudiéramos provenir de los excrementos. Algunos de los sabios más destacados de los siglos XVII y XVIII, como Descartes y Newton, continuaron dando por cierta esta noción científica.