Respuesta:
Una suerte de ataxia locomotriz había aquejado durante años a los autores de Concerti Grossi, en que dos movimientos en corcheas y semicorcheas -como si no hubiesen existido notas blancas o redondas-, desencuadrados por acentos martillados fuera de lugar, contrarios a la respiración misma de la música, trepidaban a ambos lados de un ricercare cuya pobreza de ideas era disimulada bajo el contrapunto más mal sonante que pudiera inventarse.