Respuesta:
Los días previos suelen ser de mucho trabajo y algo de nerviosismo. Designar y acompañar al docente responsable, preparar un discurso, invitar a algunos alumnos a participar de una representación artística o decir unas palabras, preparar la bandera de ceremonia, ensayar con los que harán la promesa, invitar a las familias.
A veces esas acciones se mecanizan. Año tras año, el ritual se repite. Y en ocasiones, cuando todo terminó, nos preguntamos si los chicos habrán comprendido el sentido profundo de lo que se conmemoró.